La elección de Bad Bunny para el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl 2026 ha desatado una intensa polémica. Mientras algunos celebran la representación latina en un evento de gran magnitud, otros critican la decisión por el idioma y las opiniones políticas del artista. La controversia ha escalado hasta involucrar temas migratorios y reacciones encontradas entre los aficionados, convirtiendo la actuación en un momento clave que trasciende lo deportivo.
El anuncio de Bad Bunny como el artista principal del espectáculo de medio tiempo del Super Bowl 2026 ha generado una ola de reacciones encontradas en la opinión pública. Para algunos, este evento representa un hito histórico para la cultura latina en el evento deportivo de mayor audiencia en los Estados Unidos. Sin embargo, para otros, la decisión de la NFL es percibida como un error que ha suscitado críticas en los ámbitos político, social y cultural.
Uno de los principales puntos de controversia es el idioma. Dado que la mayoría de las canciones de Bad Bunny son interpretadas en español, algunos críticos cuestionan si su música es apropiada para un evento de alcance nacional en Estados Unidos. En las redes sociales, han surgido comentarios como “¿Habrá subtítulos?” y quejas sobre la escasez de canciones en inglés.
Por otro lado, sus defensores argumentan que esta presentación representa una valiosa oportunidad para resaltar la diversidad cultural de Estados Unidos. Para muchos latinos, escuchar a Bad Bunny cantar en español en un escenario de renombre mundial es un logro cultural significativo y un símbolo de representación.
La controversia se intensificó cuando un asesor del Departamento de Seguridad Nacional declaró que agentes del ICE estarán presentes durante el evento. Corey Lewandowski afirmó que “ni el Super Bowl ni ningún otro lugar” servirán como refugio para personas indocumentadas.
Esta declaración ha generado preocupación, ya que se interpreta como un intento de politizar un evento que debería ser un espectáculo musical. Además, reaviva las tensiones en torno a las posturas de Bad Bunny, quien en el pasado ha criticado las redadas del ICE y ha expresado su preocupación por realizar presentaciones en Estados Unidos debido a estas operaciones.
Desde sectores conservadores, se acusa al artista de ser “antiestadounidense” y de no representar los valores nacionales. En contraste, muchos lo consideran un triunfo cultural que empodera a comunidades históricamente marginadas. La elección de Bad Bunny, según afirman, refleja la creciente influencia de la música latina y el reguetón, que han trascendido su nicho original para convertirse en fenómenos globales.
Algunos aficionados al fútbol americano han expresado su decepción, manifestando su preferencia por estrellas del pop anglosajón como Taylor Swift. Hashtags como “We Not Watching That” se han vuelto virales en las redes sociales.
Sin embargo, otros celebran la decisión y abogan por que Bad Bunny interprete sus canciones exclusivamente en español. Para ellos, esta presentación representa un motivo de orgullo y una reivindicación cultural.
Más allá del ámbito musical, la actuación de Bad Bunny será recordada como un momento en el que convergen el arte, la política y la representación cultural. El espectáculo del 8 de febrero en Santa Clara no solo pondrá a prueba al artista, sino también a la NFL, que deberá equilibrar un evento deportivo con un mensaje que ha trascendido las fronteras del deporte.